El pasado miércoles 17 de abril nos fuimos al Museo Marítimo del Cantábrico.
Carmen fue la encargada de acompañarnos durante todo el recorrido.
A través de un túnel accedimos a la zona de los acuarios y nos recomendó "equiparnos con el traje de buceo" ya que íbamos a adentrarnos en el seno de las aguas del Cantábrico, para conocer su flora y fauna.
Los acuarios representan distintos entornos naturales submarinos, desde la orilla, con el movimiento de las mareas, hasta los fondos de la plataforma a 100 metros de profundidad, sumándose un total de 20 acuarios que alojan más de un millón de litros de agua de mar.
Nuestra primera parada nos permitió ver erizos, caracolas, estrellas de mar con 5 dedos, anémonas. Todo ello es lo más cercano a la orilla, incluso podemos ver algunas de esas especies cuando vamos a la playa.
Seguimos descendiendo y son los agujones, las almejas, caballitos de mar los que aparecen ante nuestros ojos.
Carmen nos explica que la temperatura del agua , la comida y los animales son controlados por los biólogos del museo. Los alevines (los peces más pequeños) serán trasladados a otro acuario cuando crezcan.
Nos hace reflexionar sobre los diferentes paisajes marinos que vamos viendo (arena, rocas).
Seguimos adentrándonos en zonas más profundas y descubrimos las lubinas, los jargos, el pinta cola; emos un pez escorpión que suele estar escondido debajo de la arena.
Carmen aprovechó para explicarnos que los peces no tienen oído como nosotros sino la línea lateral. Ésta es el órgano sensorial de los peces que sirve para detectar el movimiento y la vibración en el agua circundante, lo que ayuda al pez a evitar colisiones, a orientarse en relación a las corrientes de agua, y a localizar la presa. Las líneas laterales son visibles a cada lado desde las branquias hasta la base de la cola.
El gran esqueleto de una ballena (más de 24 metros) y de un cachalote (9 metros) nos dejaron con la boca abierta; aprendimos que la primera no tiene dientes sino barbas y pudimos ver lo grandes que son los de un cachalote.
El acuario más grande que alberga rodaballos, morenas, tiburones, rayas, meros y muchos más, hizo que nos detuviéramos para ver al buzo cómo les daba de comer a todos ellos.
Antes de marcharnos pudimos ver la sala dedicada al salvamento marítimo.
Durante toda la visita fuimos elogiados por nuestro buen comportamiento y saber estar. Desde aquí, damos las gracias a Carmen por su paciencia y por atendernos tan amablemente.