El cuento de la letra K
es una señora un poco rara,
pero muy fina.
Nada en su piscina
como una sardina.
Le gusta aparecer
en las revistas del corazón.
Se apunta a cualquier reunión
si va la televisión.
Cuando viaja al extranjero
trae vacío su monedero.
Sus compras son alucinantes:
nadie vio nada así antes.
Cuando fue a Japón,
no se trajo un ordenador,
sino un acordeón.
Cuando fue a Nueva York,
no se trajo ropa,
sino un jamón.
Y cuando fue a China,
no se trajo un kimono,
sino una mandolina.
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