Hoy Carmen nos ha sorprendido con una agradable y rica sorpresa. Ha traído unas galletas para compartir con nosotros porque sí; no es su cumpleaños, ni su santo.
A lo mejor, ha querido parecerse a la paloma Mari Paz que apareció en el cuento del otro día...
Para los que no estuvieron en clase o para los que lo quieran volver a leer aquí os lo escribo
LUNA GRANDE Y REDONDA
La luna grande y redonda, como una pelota de plata, brillaba en lo alto del cielo. Esa noche hacia tanto calor en la selva que el mono Tono no era capaz de coger el sueño. Harto de dar vueltas en su rama, bajó a la laguna a darse un baño.
-¡Vaya! –exclamó al asomarse a las aguas tranquilas- ¡Una tarta de nata! ¡Qué rica! Me la voy a comer entera yo solito.
El mono Tono iba a empezar a darse un atracón de tarta de nata, cuando acertó a pasar por allí el león Ramón.
-Uy, qué sed tengo –se dijo Ramón-. Voy acercarme a la laguna para beber su agua fresquita.
Pero al llegar a la orilla, vio al mono Tono a punto de ponerse como el quico.
-¿Cómo te atreves, mono sin seso, a comerte un tarta sin mi permiso? Esa tarta es mía.
-Pero, ¿por qué? –se atrevió a preguntar el mono.
-Pues porque soy el rey y todo lo que hay en la selva me pertenece. Y si te atreves a rechistar, utilizaré mi poder para expulsarte de mi reino.
Impresionado por el brillo de la corona real, el mono no se atrevió a decir ni mu y decidió alejarse.
El león estaba ya relamiéndose de gusto mirando la tarta. En ese preciso instante salió del agua la hipopótama Pótama, que se estaba dando su baño nocturno.
-¿Cómo te atreves, león presuntuoso? Esa tarta es de mi propiedad.
-Pero, ¿por qué? –rugió el león-. Yo soy el rey de la selva.
-Tú serás todo lo rey de la selva que quieras, pero en esta charca la que manda soy yo. Y no te dejaré que te vuelvas a acercar a beber a la laguna.
El león sabía que el agua era muy importante para poder vivir. Así que decidió marcharse por donde había venido.
La hipopótama Pótama, se metió en el agua de nuevo para comerse la tarta. Mas no pudo hacerlo, porque oyó los gritos de protesta de la urraca Paca que volaba alrededor de la laguna:
-¿Cómo te atreves, hipopótama insensata? Esa tarta tiene que ser mía.
-Pero...¡hip!, ¿por qué? –preguntó la hipopótama con un ataque de hipo.
-Pues porque soy el animal más rico de estos contornos y puedo comprarlo todo con mis riquezas. ¿A que no podrás resistirte a darme la tarta a cambio de este puñado de piedras brillantes? –le propuso la urraca, mostrándole un montón de rubíes, esmeraldas y diamantes.
Al ver tanta riqueza, Pótama cogió las piedras preciosas y salió corriendo.
Entre tanto, con tanta discusión y tanto ir y venir de animales, se había hecho de día. La luna se había marchado a dormir y, en su lugar, lucía un gran sol amarillo. Cuando la urraca se lanzó sobre la laguna para darse un festín, se dio cuenta de que...¡la tarta había desaparecido!
-¡Eh!, tú, hipopótama Pótama, ven aquí ahora mismo. Seguro que has sido tú la que te has comido la tarta.
-¡Ah!, no, ni hablar, yo no he sido –contestó indignada la hipopótama. Seguro que ha sido el león Ramón.
-Pero, qué dices, si yo ni siquiera la he probado –se defendió el león-. Seguro que ha sido el mono Tono.
-¡¿Yo?! Como voy a comérmela yo, si llevo un montón de tiempo subido en mi rama escuchando vuestros gritos. Seguro que ha sido la urraca Paca.
Y así, echándose la culpa y discutiendo sin parar se pasaron horas y horas hasta que volvió a hacerse de noche.
-Mirad –gritó el mono Tono-. La tarta vuelve a estar en medio de la laguna.
Al verla, todos los animales se abalanzaron sobre ella, pero cuando fueron a morderla, sólo consiguieron darse un buen coscorrón y llenar sus bocas de agua del lago.
-¿Qué es esto? –Vociferaron indignados- ¿Adónde ha ido a parar?
Un risa alegre, que tintineaba como una campanilla, llamó la atención de los animales. Era la paloma Mari Paz que lo había visto todo desde el cielo.
-Ji, ji, ji, ji, ji –reía divertida Mari Paz-. ¿Pero no os dais cuenta de que la tarta de nata no es más que la luna llena que se refleja en la laguna?
Menudo chasco se llevaron Tono, Ramón, Pótama y Paca. Tanto tiempo discutiendo para eso.
A la paloma Mari Paz le dio mucha pena ver sus caras de decepción.
-Venid conmigo –les dijo— Os voy a invitar a pastel de chocolate, lo he cocinado yo misma esta mañana.
-Pero... ¿por qué? –Le preguntó el mono Tono- ¿Es tu cumpleaños?
-¡Oh!, no, no es mi cumpleaños, ni mi santo, ni nada de eso. Es que estoy convencida de que compartiendo las cosas, se disfruta más de ellas. Y yo voy a disfrutar mucho más de mi pastel si lo comemos todos juntos.
Y alrededor de la laguna, mirando la luna de plata, aquella pandilla de animales se lo pasó de maravilla comiendo pastel de chocolate y riéndose sin parar.
Después de mucho comer, aprendieron de este encuentro que compartir, no discutir y ofrecer hace cosquillas por dentro.
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