El final del curso se acerca. Cada día hace más calor, las tardes son más largas y la temperatura es muy agradable. Los alumnos pronto se van de vacaciones y las rutinas han cambiado. Todo contribuye a crear un clima inestable y acelerado, que el maestro debe tratar de contrarrestar con actividades relajantes, música suave, algunas sesiones de respiración y juegos tranquilos. Para ellos es más factible observar el cielo de noche y todo lo que ocurre en él. En agosto es el día de las lágrimas de San Lorenzo y algunos podrán disfrutar de las estrellas fugaces.
Es el momento idóneo para explicar a los alumnos la inmensidad del espacio exterior, con sus estrellas y planetas, el funcionamientos del sistema solar o la simple observación de las constelaciones. Todo ello puede ayudar a los niños a sentir la grandiosidad de la vida en su más amplio sentido.
A estas alturas del curso sería conveniente hacer un repaso de los valores que han ido aprendiendo, como el esfuerzo, la curiosidad por conocer lo que nos rodea, el cuidado por el trabajo, el respeto hacía los amigos, el maestro y las normas...
Además se trabajará la asertividad a la hora de dar su opinión sobre las cosas dentro del campo de la educación emocional.
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