CLASE DE AURORA

CLASE DE AURORA

jueves, 23 de abril de 2015

23 DE ABRIL: DÍA DEL LIBRO

Un día más hemos estado alerta y nos hemos fijado en todos los rincones de la clase. Por supuesto, conseguimos el tercer trozo de mapa y coloreamos la correpondiente casilla en el carné.


Sin pérdida de tiempo, hicimos el parche pirata; era nuestro siguiente reto. Una vez terminado hicimos una ficha muy especial "SOY PIRATA".


El resto de la jornada la tuvimos ocupada con cuentacuentos de las familias.
La primera visita la tuvimos en el salón de actos y mirad cuántos personajes conocidos aparecieron. Desde aquí damos las gracias a ese grupo de madres que se esforzaron por ofrecernos su gran obra.


La segunda visita corrió a cargo de Isabel (mamá de Lucía). Empezó recitando algunas poesías de piratas, por supuesto. Siguió con el cuento "EL CAPITÁN CALABROTE".

El Capitán Calabrote vivía tranquilamente, retirado en una isla desierta donde tenía entrerrado su tesoro. Un día apareció un visitante inesperado: otro viejo y temible pirata había escogido el mismo territorio para esconder su cofre...


Terminó con un juego de adivinanzas. Cada acierto nos suponía conseguir una palabra. Todas ellas organizadas nos llevaron a un rico tesoro escondido cerca del ordenador.

CUENTACUENTOS ISABEL (vídeo)

Muchas gracias, Isabel, por seguir buscando un ratito para nosotros.

La tercera y última visita de la mañana fue la de Elsa y Javier, padres de Paula. Nos traían un cuento muy especial "PASTEL PARA ENEMIGOS". 

Hubiera sido un verano perfecto, pero Claudio García, mi único enemigo en mi lista de enemigos se mudó a mi barrio. Por suerte mi padre era un entendido en enemigos y me propuso un truco para deshacerme de él: Un pastel para enemigos.

Mi padre me dijo que, para que el pastel surtiera efecto debería invitar a Claudio, pasar un día entero con él y ser muy simpático. Yo estaba dispuesto a cualquier cosa, así que fui en bici a su casa y le invité a jugar en la mía. Dimos una vuelta, y luego jugamos toda la tarde e incluso le dejé entrar en mi cabaña. Cuando mi padre nos llamó para cenar, empezaba a dudar si debía mantenerle en mi lista de enemigos: ¡A lo mejor no era tan malo! Y cuando tuvimos el pastel en el plato, un gran pánico se apoderó de mí y le grité a Claudio que no se lo comiera. Acababa de perder a mi mejor enemigo…

Lo que para nosotros empezó como un cuento se transformó en una clase de cocina. Una visita deliciosa que agradecemos nuevamente. Volved cuando queráis.


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