La pasada semana cambiamos el taller de Estimulación por una maravillosa historia titulada “Madrechillona”. Esta actividad forma parte del programa “Educación responsable” de la Fundación Botín que desde hace varios años se desarrolla en el centro.
La madre pingüino de este cuento, le chilla a su hijo de tal manera que el pobre pingüino sale volando en pedazos.
Cada uno de estos pedazos cae en un lugar insospechado. Así, la cabeza va a parar al Universo, el cuerpo a alta mar, las alas a la jungla y el pompis se pierde por la ciudad.
La madre pingüino, como casi todas las madres chillonas, se arrepiente en seguida de ver a su hijito troceado, partido en cachitos. Y se da cuenta de que los gritos nos resquebrajan por dentro, por donde no se ve, pero se siente. Y enseguida se dispone a recoger esos trozos de su hijo esparcidos por el mundo. Los recoge y los une con todo el amor que una madre, aunque sea chillona, es capaz de darle a su hijo.
Cuando alguien nos rompe, el único pegamento que sirve para reconstruirnos es el afecto.
Hemos aprendido también que, cuando los adultos nos gritan lo hacen porque les importamos, nos quieren y desean que aprendamos a hacer las cosas de manera adecuada.
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