¿Tendrá consecuencias en su lenguaje?
Existe una relación directa entre la educación alimentaria y el desarrollo del lenguaje.
Texto: Almudena Ruiz Sánchez. Psicóloga. Máster en trastornos del lenguaje. Dpto. de Psicología Clínica de Cipsa.
Es muy frecuente, encontrarnos con niños o niñas resistentes a la alimentación y, en consecuencia, padres y madres que, ante la desesperación, optan por recurrir a los variados purés, los cuales hacen que el momento de la comida sea más agradable y evitemos conflictos. Esto es totalmente comprensible, pero, si nos paramos a pensar las graves consecuencias que esta problemática conlleva, encontraríamos las razones suficientes como para dedicar más tiempo al tema de la alimentación y masticación de nuestros hijos/as.
“durante el desarrollo evolutivo del niño/a es importante, desde su nacimiento, la adquisición del desarrollo motor y la formación muscular tanto a nivel corporal como de la parte orofacial, es decir, de todo aquellos músculos y órganos encargados del lenguaje, los cuales, intervienen también en la masticación y en la deglución”.
Ante la cuestión planteada anteriormente, la respuesta es sí, la relación entre alimentación y un buen desarrollo del lenguaje es clara. Desde el primer día de vida, el bebé, comienza a desarrollar su musculatura con la succión, acto reflejo innato en los seres humanos, encargado tanto de la supervivencia como de la preparación para un futuro y encubierto desarrollo de su lenguaje.
En la alimentación, como en todo el desarrollo humano, existen varias etapas y fases que el pediatra irá marcando, y que es importante cumplir. Pasaremos desde la succión y deglución a la masticación de los diferentes alimentos, siendo estos de los más líquidos a los más sólidos. Este paso es de suma importancia, puesto que, en ocasiones, las dificultades que encuentran los padres y madres con respecto a estos pasos en la alimentación de los niños/as, hacen que dejen pasar el tiempo, tiempo en el cual no hay desarrollo de la musculatura y, con ello, falta de tonicidad (hipotonía). Ello puede tener como repercusión un retraso o dificultades en la articulación. Por esta razón si, en nuestro caso, nos encontramos con que nuestro hijo/a no habla bien, hemos de plantearnos la misma pregunta, ¿estará interfiriendo la mala alimentación de mi hijo/a con su dificultad en el lenguaje? Puede ser una de las causas, por ello, en ocasiones, parte de la solución está en nuestras manos, tanto en el tra- tamiento como en la prevención de dicha dificultad.
Ante niños resistentes, desde casa, se puede ejercitar la musculatura encargada de la masticación y posteriormente la articulación: pruebe con sus “chucherías” favoritas que requieran un esfuerzo en la masticación (caramelos densos o viscosos); comenzar por purés con grumos; alimentos blandos; pasar a los alimentos semisólidos hasta llegar a los sólidos. Sí, es cierto, requiere paciencia, tiempo y un poquito de ingenio para ir alternando sabores y texturas nuevas hasta encontrar el más atractivo para cada uno/a, pero, el tener presente la importancia y lo que implica si lo hacemos bien, será un punto para llegar al éxito de nuestro propósito:
“un buen desarrollo en el lenguaje de nuestros hijos e hijas y, por tanto, contribuir en la evolución de su comunicación y autonomía, en definitiva, su adaptación al mundo que le rodea”.




Como en ocasiones anteriores, puede seros de ayuda la página nº 11 del CUADERNO DE PADRES que venía dentro de la carpeta de gomas del 1er trimestre.





